El cambio educativo necesita ser estructural para confrontar el enorme descuido acerca de los riesgos de la irrupción tecnológica, en especial, de la inteligencia artificial, entre muchos procesos actuales, que obnubilan la conciencia con el consumo concreto inmediatista y desecha el desarrollo de la capacidad de imaginar . Ese descuido impide poder enfrentarse reflexivamente a los impactos de la 4ta revolución industrial sobre la vida cotidiana, mas allá de su potenciación positiva del conocimiento.
Sin embargo la aceleración de los gigantes tecnológicos, con
el diseño, producción y distribución/uso de artefactos y programas de las
nuevas tecnologías, con la consecuencia de un exacerbamiento de la desigualdad
y pauperización social, el cambio climático, la rara financiación de la economía
mundial, la presión mediática, -que incluso comprometen un interés por la soberanía-, y demás,
conforman escenarios de vida no muy haláguenos.
Un intento de superar la toma de decisiones automáticas a través
de los software de inteligencia artificial,- donde en la elaboración de
criterios no tienen participación de usuarios e incluso las organizaciones sociales,
económicas, culturales y educativas, es darse más cuenta de esta realidad y
adquirir habilidades con las cuales se conoce, aprende, se elabora y reelabora conocimiento,
que luego debería ser enseñado. Es decir inventar, imaginar, posibilitar el
acceso, modulación y control de la caja
negra de ceguera de los algoritmos
(sesgados), existentes en la big data.
Aprender y enseñar a imaginar implica ser capaz de superar
lo concreto, visualizar mentalmente, para proyectarse e inventar alternativas
en /para el presente, que ya es un futuro, bastante desconocido.
Es decir, abstraerse individual y grupalmente del
cortoplacismo, y proyectar en el tiempo un entendimiento de una metamorfosis de
un conjunto de partes y datos interrelacionados, en materia económico- social,
educación y salud, cultura, tecnología y medio ambiente, y otros, y poder comprenderlas para imaginar proyectos
con acciones concretas.
Promover la creatividad, -que se enseña y aprende-,
significa reconocer y valorar toda obra humana, y así considerada inédita,
valiosa y adecuada dentro de un contexto de realidad, -más allá del mérito de
la producción científica y tecnología
estimadas y formalizadas-, como apropiadas, pertinentes y relevantes al
mejoramiento y satisfacción de las necesidades básicas.
La generación de lo inédito, aunque haya presentado fracasos,
antes de ser oportuno, interesante, útil y productivo socialmente, se sostiene
por acciones formativas concretas. El
ensayo e imaginación,- se insiste en promover la imaginación-, de inéditas
direcciones virtuales e hibridas, en la inestable Internet, las TIC y sus
formatos, - más allá de aquellos necesarios y oportunos-, concretiza el no
dejarse llevar por la uniformidad,
linealidad y reduccionismos de los
canones y software, en general, vigentes.
Los ejercicios
lógico- matemáticos y artísticos, deberían ser estimulados en un marco
de libertad física, mental y emocional. Esta gestación debería estar presente
desde la más tierna infancia, ya que se ayuda a encauzar el pensamiento
reflexivo y audaz que implica el esfuerzo creativo, dispuesto a experimentar.
Enseñar y aprender algunas de las siguientes habilidades
epistemológicas para conocer y producir conocimiento, se enumeran, entre otras,
a continuación, las que sin duda, pueden contribuir a lo enunciado antes.
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