Desafío virtual: La relación agencia creativa y cambio socio-educativo


Extraído del libro Una Pedagogía Virtual en el marco de los  Estudios Culturales” De Beatriz Fainholc, Edit. UOC  Universidad Oberta de Catalunya, España.

Las construcciones del conocer en la virtualidad deberían demostrar el desarrollo de una capacidad de agencia creativa, de práctica hermenéutica, de reinterpretaciones epistemológicas cualitativas, que deberían verse en los trabajos de producción de conocimiento.
En este aporte se considera el tema de definir  la capacidad de “agencia creativa” y algunas de sus características.
 La agencia es la capacidad de intervenir para actuar en la sociedad y en la cultura de modo significativo. Es una proyección, entre muchas, del desarrollo intelectual y socioemocional de una persona o grupo, es decir, que se aprende y debe favorecerse con la enseñanza. La agencia apunta al despliegue y aplicación de innovaciones al enlazar las bases culturales preexistentes con la invención y con procesos nuevos, diferentes. Aunque en el interior de dicha capacidad se manifiestan —o no— tensiones que hay que resolver entre los componentes de sensibilidad y razón, unidad y multiplicidad, etc., la misma persigue un carácter reconciliatorio.
Esta capacidad es de práctica hermenéutica, de reinterpretaciones epistemológicas cualitativas y de contraste empírico progresivo e intersubjetivo a partir de la reflexividad en la cotidianidad que vive cada actor.
Además, con una orientación formativa organizada y guiada, se le permite a la persona, a la institución y otras organizaciones, cambiar,  al gestionar pausadamente, con auto transformación para una posible de multiplicación social y cultural.

Hoy en día, casi todos los usuarios están hiper-conectados —con los aspectos positivos y negativos que ello implica— elaborando y compartiendo contenidos, muchos de ellos de un entretenimiento de consumo vacío. Ello se debería tomar en cuenta para agenciar intervenciones virtuales creativas, (Fainholc, 2009) por parte de las personas y grupos. Lo que, en consecuencia, en el después, impactaría en la capacidad de proyectar y planificar, decidir y elegir acciones de cambio autónomas, significativas y reflexivas.
De este modo, la capacidad de agencia creativa a ser desarrollada en una pedagogía virtual se relaciona con la sociedad del aprendizaje,—durante toda la vida—, que brinda, por un lado, inmensas e intensas posibilidades tecnológicas de potenciar los procesos del conocer de modo abierto; y, por el otro, plantea oportunidades de una intervención para cambiar y reformular si se convierte en un acontecimiento performativo[1] o realizativo. Lo que implica la realización simultánea por parte del sujeto, de una acción convocada.  (Austin, J.1982)

El cambio cultural y social, conceptual y educativo.
Cambiar significa una reestructuración teórica de principios y de prácticas, creencias y comportamientos, basada en un bagaje cultural preexistente que se desarma, analiza y rearma, a pesar de los inevitables e impregnados prejuicios, temores y conflictos existentes en el entramado social.
El cambio cultural se articula desde la esfera personal e institucional según las teorías socio-constructivistas del desarrollo cognitivo y emocional; desde la filosofía, con los marcos epistémicos y no epistémicos; desde la política, por negociaciones de poderes y demás. Todos, elementos influyentes en cómo se construye, deconstruye y reconstruye el conocimiento en sus rasgos constitutivos y en la coyuntura de la cultura que se trate.
Un trabajo lento y esforzado de observación, discusión, contrastación empírica, tolerancia y respeto propiciarían más o menos —sobre todo en las organizaciones consolidadas, como las universidades— transformar las lógicas del management organizacional de la enseñanza y, por ende, del auto-aprendizaje, con la incorporación de nuevas orientaciones que se imponen en las mediaciones, medios, dominios y prácticas sociales.
Frente a lo organizacional de las instituciones clásicas acostumbradas, contrastan cada vez más y con fuerte presencia las configuraciones digitales —entornos y plataformas tecnológicas, aplicaciones de software y otras—, aceptadas por los más jóvenes y promovidas por las empresas tecnológicas y comerciales.
El proceso de cambio cultural es variable dependiente de las coyunturas y contextos socio-históricos: hoy, los estudiantes necesitan aprender más y mejor en situaciones de enseñanza y aprendizaje de «paredes y puertas porosas», fluidas y móviles.
También esto es una preocupación de una pedagogía virtual para abonar el cambio educativo y cultural.
Se tendería a un cambio civilizatorio, —si se quiere—, epocal, de mentalidades[2] individuales y colectivas que reconsidere qué es educar ahora —hoy— y, en la virtualidad, como variable interviniente e interdependiente de cambios mayores en situaciones de confusión crítica a nivel global.
Comprender esta nueva lógica de cambio sociocultural representa recoger y aplicar diferentes patrones de análisis y de pensamiento que ya están presentes desde los estadios más tempranos de una socialización repleta de aprendizajes aleatorios y que luego aparecen en los aprendizajes formales.
Según los antropólogos culturales, dichos estadios proceden de etapas «posfigurativas» —donde la generación joven aprendía de los mayores—; pasando por los momentos «configurativos», donde los jóvenes tienen posiciones y derechos propios con saberes nuevos; a los actuales espacios «prefigurativos», donde las generaciones de adultos aprenden de los jóvenes. Son los que marcan vanguardias, iniciativas y aparición de agrupaciones nuevas y tendencias como, por ejemplo, el uso intenso de Facebook y otras redes sociales virtuales, para casi todo, en manos de casi todos los usuarios —independientemente de edad, género y residencia— y más allá de las diferencias y desigualdades sociales existentes.
El cambio cultural, que implica un cambio conceptual, requiere de herramientas mentales desestructurantes acompañadas por espacios sociales —físicos o virtuales— transparentes para que con conocimientos falsacionistas y co-creativos se transite, no sin retrocesos, a la cultura digital del conocimiento para una reconfiguración de mentalidades.

El cambio social
Un cambio social, —al que se agrega, conceptual y educativo— recuerda cuestiones, tales como: ¿para qué cambiar?; ¿cuánto se puede cambiar, en qué dirección y cómo se produce el cambio? Más aun en espacios des-territorializados de la virtualidad.
Se requiere de procesos de una ‹doble hermenéutica», dada por el uso alternado de las perspectivas de observación, categorización de la información y demás, llevados adelante por el diseñador del software, el analista social, los administradores, profesores, investigadores, los estudiantes, así como también por el hombre común, todos entrenados reflexivamente en ello (o ser entrenados).

Referencias
Austin, J (1982) Cómo hacer cosas con palabras: Palabras y acciones . Barcelona: Paidós, 1982. 
Fainholc, B. (2009) Diccionario Practico de Tecnología Educativa. Editorial Alfagrama, Bs. As.  

orcid.org/0000-0001-7286-9889


[1] La creatividad es la inventiva, imaginación constructiva o pensamiento divergente, es la
capacidad de crear, de innovar, de generar o descubrir nuevas ideas o conceptos, o nuevas
asociaciones entre ideas y conceptos conocidos que pueden conducir a conclusiones nuevas,
originales, útiles al producir soluciones originales y valiosas para resolver problemas.

[2] El concepto de performatividad se refiere a la capacidad de algunas expresiones de
convertirse en acciones en sí mismas y transformar la realidad o el entorno.

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